¿Cómo puedo sanar y perdonar? Permítete equivocarte



Antes de iniciar con el tema, me gustaría que hiciéramos un ejercicio de reflexión con una pregunta. ¿Sientes que ya puedes perdonar? Sucede que, a veces, no estamos preparados para afrontar a una persona que probablemente nos dañó con sus acciones, intencionadas o no, pero lo cierto es que a todos nos pasa y quiero que sepas que es completamente normal.

Pienso que el primer paso más importante, es ESCÚCHARTE. Cada día tenemos suficiente con las cosas que pasan y con muchas opiniones a nuestro alrededor que no hacen más que presionar para que aceleres tus procesos, aún cuando no creas que es el momento correcto para ti. Recuerda, hay que respetar tu propio tiempo, pues no estamos aquí para juzgar a nadie, incluyéndonos a nosotros mismos.

Una vez aclarado este punto, empecemos.


Me gustaría platicarte primero sobre un concepto muy popular que podría liberarte sin pensarlo, EL KARMA.  El karma es el proceso de aprendizaje por excelencia, es el que nos permite crecer y acercarnos a nuestro propósito aunque a veces no lo parezca. Yo suelo ser una persona muy rencorosa si te soy sincera, pues parte de mi sombra siempre ha sido aprender a perdonar, lo que me llevó a ser una persona muy déspota y cruel con los demás, siempre juzgando sus acciones y creyendo que todo lo que yo hacía era lo correcto. Nada más lejos de la realidad.

Por poner un ejemplo que me gustaría compartirles y que estoy segura, muchos se sentirán identificados: Hace tiempo, tuve una pareja que se tomó la molestia de engañarme en varias ocasiones. No está de más decir que me volví alguien fría y sin sentimientos con él, simplemente estaba muy lejos de estar en paz con esa persona. Así que decidí separarme tras un tiempo de relación. Yo en ese entonces venía lidiando con la pérdida de un ser querido, así que el duelo de mi relación se complicó en mi interior; no comía y pasaba semanas en cama. Bajo ese estado caí en depresión, pero mi peor momento fue cuando mis sentimientos quedaron congelados, como si estuvieran dormidos, así que literalmente no sentía nada (no tenía los recursos para acudir por ayuda profesional, pero siempre, SIEMPRE lo recomendaré). 

Por diferentes lecciones en mi vida, forjé una mentalidad fuerte asegurando que las tormentas no duran para siempre (lo cual es cierto), pero a pesar de que esa idea me levantó de mi cama y poco a poco recuperé mi rutina, estaba molesta con mi situación y con dios por permitirlo (este proceso formó parte de mi duelo no trabajado y de mi afán de no querer soltar el pasado, de no perdonar, por lo que así es como veía las cosas).


Ahora que ya estás en contexto, te comparto la lección de mi vida relacionado con el perdón: Yo seguía en este proceso cuando, casí un año después, conocí a otra persona por medio de mis amigos, alguien "demasiado bueno para ser verdad" si les soy honesta. Me sentí atraída por él pero sentía más una necesidad de "vengarme" de mi antigua pareja. Al paso de los días me confesó que venía de separarase de su pareja también así que, sin más, decidimos intentarlo.

A pesar de todo nada de eso tenía sentido para mí, pues en el fondo no pude despertar algún sentimiento hacia esta persona, pero cuando estás en crisis, el ego te pone a prueba y hace que te aferres a alguien para no sentir "el peso" de la soledad.

Por esto, el karma hace que el círculo de la vida gire a tu favor o "en tu contra" y en éste caso, mi peso cayó profundamente. 

Resultó que está persona aún estaba con su pareja y lo peor, es que yo jamás me enteré de este hecho hasta que fue demasiado tarde. Está de más decir el enorme problema en que me metí por esto, pero de alguna forma hizo que me pusiera “en los zapatos” de mi antigua pareja, así que tiempo después, la vida me lo trajo de vuelta con una llamada y con una decisión: Me despedí de él con una sensación de tanta paz inesperada que de alguna manera supe que así había dado un cierre definitivo en mi vida.

En medio de tantas enseñanzas que me dieron, yo creo que el más importante fue aprender a cerrar ciclos, pues, como habrás notado, había patrones que repetía y tenía mucho que sanar. En fin, no volví a verlos y debo decir que actualmente me siento mejor que nunca. Sin saberlo, de repente descubrí que ya había perdonado esta situación, a los involucrados y sobre todo, a mí misma.

Ahora cerrando mi experiencia, ten por seguro que cuando estés listo/a para este proceso, sucederá, por eso aquí te comparto un par de "señales" que me dijeron que ya había pasado página en paz.



Ya no me afectaba hablar del tema

La vida es una lección y eso que te ocurre también, el aprendizaje vendrá a su tiempo; todo es cuestión de practicar la paciencia y el enfoque en ti mismo, es muy bueno observar las bendiciones que tienes justo ahora. No lo parece, pero practicar estos ejercicios ayudan mucho a enfocar nuestra energía donde corresponde, es decir, a nosotros mismos y a nuestro bienestar.


Te descubres cuidándote en todos los aspectos de tu vida

A nivel físico, mental, espiritual...todo suma. De pronto te levantas de tu cama y decides que ese es el día para salir; decides ir por tu bebida favorita, escuchar un poco de música, leer, pasar tiempo contigo y después descubres que tienes ganas de hacer contacto con el mundo de nuevo, dar paseos largos en el parque y de repente, un día, descubres que ya duermes mejor...estás en paz.


Te has abierto a tu rutina de nuevo

Una vez que comienzas a notar que ya no es pesado levantarte de tu cama, tu mente empieza a trabajar a tu favor. De pronto empiezas cada mañana tomando un baño o haciendo un poco de ejercicio, aunque sea caminar un rato, sacar a tu mascota a pasear o jugar con ella mientras tu sonríes por verla tan contenta a tu lado. Se despierta tu hambre y te preparas tu desayuno favorito. Espera, ¿Notaste que de pronto sonreiste? Breve pero seguro. Estás sanando.



¡Sueñas en grande!

Tienes metas, sueños y esperanzas. Tu futuro se vislumbra con mucha ilusión y de repente no es desagradable hacer planes para lo que venga. Te estás organizando cada día y planificas tu camino porque quieres intentarlo de nuevo. ¿Estás deseando irte de viaje? No importa lo que pase, en este punto de tu vida lo puedes ver todo desde otro enfoque.



Esta bien, ya entendí el tema ¿Pero entonces cómo puedo perdonar?

Una forma que personalmente ocupo para liberarme de cargas relacionadas con el odio, la tristeza y el rencor, es con la meditación. Definitivamente es un gran paso que me ayuda a moldear y analizar mejor la situación que enfrento. Aquí te dejo un pequeño ejercicio donde suelo cerrar mis ojos y hacerme estas preguntas: ¿Realmente sentí la herida con sus acciones? ¿Considero esto como un acto de traición? ¿Qué pasaría si esa persona lo hubiera resuelto de otra manera? ¿Cómo lo hubiera resuelto yo? ¿Qué hubiera hecho esa persona con mi resolución? Para reflexionar.






¿No somos tan diferentes, cierto? Vernos como humanos siempre será lo más sano, pues así como ese instante que nos daño forma parte de su error, a todos nos toca aprender algo de esta cruda lección.

Sin embargo, tu paz mental no es negociable. El valor del perdón no significa que debas pasar por alto tu propio respeto e integridad frente a las acciones de los demás. Significa, a experiencia personal, que no importa cuantas veces pueda azotarte la marea; cuando dejas de brindarle energía a ese asunto, se va desvaneciendo poco a poco hasta hacerlo desaparecer. Recuerda que estos procesos son para tu propio bienestar.

Desafortunadamente hemos entendido que el concepto del perdón implica quedarnos con las personas que nos hicieron daño. Esto no es así. Si necesitas tiempo y distancia, ¡hazlo! Escúchate y escucha tus necesidades por encima de los demás, porque si tu mismo no te encuentras bien en estos momentos, todo tu entorno se contamina y atraemos a cualquier persona que también muestra esa herida en el proceso.


Si necesitas ahondar un poco más con varios ejercicios y obtener más información, te invito a que escuches esta audioterapia: El verdadero perdón, aquí.

Con amor, espero que te sea de utilidad todo el material, la información y la experiencia personal que aquí te compartí, ojalá sea un paso más hacia tu propia sanación.


Namasté.

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